Durante la mayor parte del siglo XX, la vida familiar y laboral se organizó en torno al modelo
tradicional de familia y trabajo, bajo la lógica de que el hombre era jefe de hogar y la mujer estaba a
cargo de la casa y del cuidado de los niños, a cambio de lo cual no recibía ninguna remuneración
(Pezoa, Riumalló & Becker, 2011). Actualmente este modelo no responde a la realidad de las
familias ni a la vida en sociedad de Chile y el mundo. La organización tradicional del trabajo aún
está pensada desde esta lógica, teniendo extensos horarios laborales y poca flexibilidad de tiempo
dentro de la jornada laboral.